Camilo: dibujar con las flores, tu sonrisa en el mar

Camilo CienfuegosGuantánamo.- Es difícil escribir de un hombre como él sin temblar. Ha pasado más de cincuenta años de su desaparición física, sin embargo, su vida ha marcado un hito en la historia y en la obra de su pueblo. Camilo Cienfuegos Gorriarán, el hombre de la sonrisa amplia, vive con nosotros, en la primera línea de combate.

De alta estatura moral y sastre de oficio, Camilo poseía un temperamento jovial, ese con el que ganaba muchos amigos desde el primer encuentro. Y este fue el aval que convirtió al Señor de la Vanguardia,  en uno de los más carismáticos dirigentes de la Revolución Cubana.

“Camilo fue el compañero de cien batallas, – así dijo de él, Ernesto Guevara de la Serna- , fue el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra y el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio un instrumento para templar su carácter y forjar el de la tropa… Camilo era Camilo, el Señor de la Vanguardia, el guerrillero completo que se imponía por esa guerra con colorido que sabía hacer.”

Constituyó el modelo insuperable de combatiente y de vanguardia. Había surgido del pueblo y disfrutaba de un  poder seductor tan inmenso, que logró atrapar en sus madejas al argentino Ernesto Che Guevara, marcando una amistad tan profunda, que con el tiempo quedaría convertida en una epopeya.

Después del triunfo de la Revolución, Camilo alcanzó una rigor extraordinario. Cuando el desleal Hubert Matos atentó contra la Revolución y hubo de frenársele, viajó a Camagüey y totalmente desarmado detuvo al traidor. Regresó a La Habana el 25 de octubre, y participó en el acto del día siguiente, para repudiar las acciones de los imperialistas y en apoyo a la Revolución. Entonces habló al pueblo. Ese 26 de octubre se dirigía al pueblo por última vez.

El 27 viajó a Camagüey para retornar hacia la capital la tarde del 28 hacia La Habana, pero nunca llegó a su destino, el avión en que viajaba desapareció. Ese aciago día, nos privó para siempre de la presencia física del Héroe de Yaguajay, justo cuando la Revolución comenzaba la dura y decisiva etapa de su batalla frontal contra el imperialismo yanki y la contrarrevolución interna.

Camilo Cienfuegos tenía dos corazones: uno para la Patria y otro para el amor. Fue un revolucionario de pies a cabeza, un modelo insuperable de combatiente y vanguardia, un hombre de pensamiento antiimperialista. Un comunista cabal, de sentimientos y de corazón. Así era Camilo.

“No tenía la cultura de los libros, pero sí la inteligencia natural del pueblo”, eso dijo de él  nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro. Para Vilma Espín, era la historia pura. Sólo hay que leer su nombre: Camilo Cienfuegos. Fue, por sobre todas las cosas, un intachable compañero y un hombre que buscó el horizonte en el ánima del fusil y el beso, en los ojos de las mujeres.

Hoy como todos los años, recordamos a Camilo Cienfuegos, al héroe de Yaguajay. Y en su honor, todos los ríos y mares de Cuba se llenan de flores para dibujar con sus flores,  esa sonrisa amplia del hombre que fue y es por siempre,  nuestro Camilo.

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